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El verano es una época llena de tiempo libre, actividad y agua para los que tienen suerte de gozar de piscina o mar. No sé a vosotros, pero a mí en esta época solo me apetece tirarme en el sofá y disfrutar de un buen libro o película sin tener que preocuparme por lo demás. Por eso, en uno de estos momentos muertos, decidí ver Nuestro último verano en Escocia, película está protagonizada por Rosamund Pike (Perdida), David Tennant (Doctor Who) y Billy Connoly (El hobbit: La batalla de los cinco ejércitos) bajo la dirección de Andy Hamilton y Guy Jenkin.
Nuestro último verano en Escocia nos presenta la historia de una familia a punto de separarse y que busca una vuelta a la normalidad, aunque solo dure unos días, por el cumpleaños del abuelo, quién se encuentra en un estado grave de salud. Juntos, celebrarán la que podría ser la última oportunidad de reunirse en una celebración antes de la muerte del anciano.
Durante la hora y media de película nos presentarán una comedia que se teñirá poco a poco por la triste realidad de familias que pueden pertenecer tanto a dentro como a fuera de la pantalla y nos dejará con lecciones más valiosas de lo que creemos de mano del personaje interpretado por Billy Connoly.
"No deberíamos juzgar a nadie. Porque al final, nada de esas cosas importan."
Con un argumento que rara vez se roza en el universo cinemático, ya sea por su simpleza o por ser un riesgo financiero, las actuaciones de los actores llevan la historia con una fuerza sobrenatural. Y es que la trama no es muy llamativa si no se cuentan con grandes actuaciones, aunque cabe destacar también el trabajo del director con la fotografía, donde se nos mostraban muchos planos con los hermosos paisajes de las highlands escocesas.
He de reconocer que una de las actuaciones que más me han chocado ha sido la de Rosamund Pike, algo que viene haciendo desde que vi Perdida. Y es que si bien es cierto que su personaje no es realmente interesante, ni que es tratado con gran profundidad, el hecho de que sea tan dispar al personaje con el que la conocí (Jane Bennet en Orgullo y Prejuicio) siempre me confunde. Lo mismo me ocurre con David Tennant, el Doctor, aunque el gran papel que interpreta en Broadchurch ha hecho que la transición se me haga más llevadera. Sus actuaciones no fueron las únicas que lograron meterse bajo mi piel. Los jóvenes actores que interpretan a los hijos de la familia son los encargados de poner un toque de humor a este drama camuflado de comedia contemporánea y resultarán un soplo de aire fresco entre tantos acontecimientos.
En esta película ninguno de los personajes de la película está construido para la excelencia. Nadie es el héroe y no existe un villano. No se enamorarán dos personas ni viajarán por el mundo. Nuestro último verano en Escocia retrata historias reales con personajes reales, un punto de vista que olvidamos con demasiada frecuencia.
En la sociedad actual existe una gran marginación hacia ciertos sectores. Me atrevería a decir que hacia las personas enfermas y a los ancianos sobre todo, y aunque también ocurra hacia otros grupos, son estos, unidos en uno solo, los que la cinta nos comunica.
Personalmente, aun con esas grandes actuaciones, el buen trabajo del director y una historia que nos deja algo dentro, no he podido llegar a congeniar del todo con la película. Es entretenida en la mayor parte, pero su ritmo lento ha hecho que me aburriese en varias ocasiones y no disfrutase del mismo modo la experiencia.
Nuestro último verano en Escocia
María Reinoso
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