Presentación de Heima es hogar en islandés.

Siempre que llega a nuestros oídos alguna presentación, tratamos de asistir y así, hacérosla llegar. Por eso, este viernes tuvimos el placer de asistir a la de Heima es hogar en islandés, en la tercera planta de Casa del Libro de Gran Vía.

La ganadora de la primera edición del certamen La Caixa/Plataforma, con la obra Los días que nos separan, dio a conocer su segunda novela dando los detalles que le habían marcado e inspirado para llegar a escribirla. 

El evento, presentado por Iria G. Parente, una de las autoras de los Cuentos de la luna llena dio rienda suelta a la improvisación y se introdujo en la presentación de Heima iniciando una ronda de preguntas de lo más amena y divertida, a su vez criticando tanto las novelas que tratan de formar a las jóvenes lectoras como mujeres dependientes y comparando exageradamente la inventiva de «exterminar» personajes de Laia como si ésta fuera George R. R. Martin. Al menos a Iria le dolía de la misma forma. 

Da comienzo la presentación y se habla de por qué Islandia. Por qué no otro lugar menos alejado de la mano de Dios. Laia explica que sus padres, a parte de que son bastante trotamundos, decidieron llevársela a ella y a su hermana de viaje a Islandia, donde prácticamente no existe la vegetación, ni las hormigas, ni monos por sus condiciones meteorológicas. Pero no por ello va a frenar el amor que siente Laia por Islandia. «Viajas a cualquier país, a cualquier ciudad de Europa, y son todos prácticamente iguales. En cambio viajas a Islandia y te das cuenta de lo diferente y especial que es». 

Al abarcar a la protagonista, Laura —nombre que le puso gracias a su hermana—, se habla de la enfermedad de ésta: es acromatópsica, es decir, capta los colores como si estuviese visionando eternamente una película en blanco y negro. La autora se basó en que una vez por televisión conoció a un chico con el mismo caso, salvo que a él le crearon un ojo de cyborg, con el que él incluso decía que podía escuchar los colores, y ésto atrajo mucho a la autora, sirviéndole de inspiración. Salvo que ahorraría a Laura la maquinaria en la cara. 

Otra cosa que llama bastante la atención al lector son las imágenes que se pueden ver a través del roadtrip, las cuales fueron en su mayoría tomadas por el padre de Laia. La autora explicó que la aventura de Laura comienza  de una forma distinta a la que vivió ella, pues lo hace de oeste a este, comparando las adversidades por las que va atravesando la protagonista con la geografía de la isla. Asimismo le sirvió de gran ayuda para proseguir con la redacción de la historia el diario que escribió cuando estuvo en Islandia, se apoyó en recuerdos de su familia, en especial de su hermana, y consultó las guías que utilizaron durante su viaje. Durante la creación de la obra también se ayudó de un mapa, donde señalaba todas las cosas que había en la isla, con post-its de diferentes colores, tanto restaurantes como alojamientos para así desarrollar con más claridad las escenas de la vida cotidiana de Laura. 

Uno de las principales preocupaciones de la autora era plasmar en su libro cosas como el acoso psicológico, tema que probablemente aborde en alguna otra ocasión, la incertidumbre sobre uno mismo, el no saber qué quieres hacer ni adónde ir. 

Cuando a Laia se le pregunta si hay algún otro libro en camino, ella  responde: «Aún está en fase muy inicial, pero he pensado ambientarlo en un pueblo entre las montañas, para así poder crear tanto historia como cultura propia». 

Yo no pude evitar caer en la tentación y hacerme con un ejemplar dedicado por la autora, así que en breves podréis leer la reseña de Heima es hogar en islandés de la mano de Entre letras y cámaras